[4] Recopiló las leyes y estatutos eclesiásticos en 21 edictos, que hizo imprimir en un volumen en 1754.
[5] Destacó también por su severidad con los curas, cuya codicia reprimió, favoreciendo siempre a los indígenas.
Llevado este asunto ante la corte de Madrid, esta resolvió a favor del virrey.
Se dice que un hermano suyo tuvo que costearle el viaje, pues a tal extremo llegaba su pobreza, al haber destinado todas sus rentas en limosnas y obras de caridad.
[5] Con respecto a este enfrentamiento con la autoridad virreinal y con su propio cabildo eclesiástico, dice el padre Rubén Vargas Ugarte (historiador peruano): «No negamos que el Arzobispo demostró celo por la disciplina y cuidó de guiar a sus ovejas por el sendero del bien.
En algunos casos pudo también asistirle la razón y sin embargo verse contrariado, pero, en general, hay que confesar que su genio era un tanto díscolo y no supo unir la firmeza con la mansedumbre».
[6] Había sido arzobispo de Lima durante siete años, dos meses, veinte y tres días.
[7] Durante su mandato se inició el funcionamiento del colegio eclesiástico de San Fernando de la Capilla Real, a cuya fundación se mostró favorable.