Como su nombre indica, se utilizan frecuentemente en el suelo, liberando las manos del músico para tocar su instrumento, encendiendo y apagando el dispositivo a voluntad con ayuda de sus pies (no obstante, en algunos casos, pueden ser también manejados de forma remota por un asistente).
Musicalmente hablando, se les considera tener un sonido más cálido, lleno, natural, orgánico y profundo que sus contrapartes digitales.
Además, no se pueden lograr algunas clases de efectos, como auténtico pitch-shifting (salvo una octavación elemental).
A pesar de estas dificultades y que se encuentre obsoleta en otras áreas, es la tecnología más apreciada por los músicos.
No obstante, el avance tecnológico y las nuevas posibilidades han permitido que existan hoy efectos digitales de altísima calidad musical, siendo ocupados tanto por profesionales como aficionados.