Delante, en la entrada, hay un pequeño patio formado por el portalón y la parte interior de la L que configura el pazo.
Asimismo, hay un estanque que, en sus esquinas, tiene cuatro figuras alegóricas de las estaciones del año.
Pero, sin duda, el inquilino más ilustre de la familia fue su nieto Marcial del Adalid.
[4] En 1958, tras veintiséis años, los salesianos abandonaron el pazo dejándolo en un estado ruinoso, donde poco quedaba de lo que en otra hora fueran la capilla, la biblioteca, la campana y el molino público, al que acudían a moler los vecinos del lugar.
Vales señaló que el Instituto Universitario de Medio Ambiente allí instalado «es un centro ambiental especializado, y que la documentación del CEIDA es sobre todo relativa a la educación ambiental, a la conservación de la naturaleza y a la sostenibilidad, además de toda la bibliografía sobre la gestión del medio ambiente».