Pascale Ogier

Actriz rohmeriana[1]​ desaparecida en plena juventud,[2]​ Ogier ha quedado como icono[3]​ y figura melancólica[4]​ de una época, los años 1980.

Ogier tenía ocho años cuando su madre pasó del teatro al cine, y a los diez años descubrió el interior de los platós, siendo comparsa en un film que su madre rodó bajo la dirección de André Téchiné, Paulina s'en va.

Era una época despreocupada en la cual las toxicomanías o el sida no habían todavía frenado la libertad sexual, y en la cual ella tenía el hábito, junto a sus amistades de gente bon chic bon genre (entre ellas Jim Jarmusch, Eva Ionesco, Christian Louboutin, Thierry Ardisson, Alain Pacadis, Pauline Lafont y su madre, Bernadette Lafont, Pascal Greggory, Elli Medeiros, Virginie Thévenet o Roland Barthes), de seguir la cultura underground del local Le Palace, en París,[12]​ en un Montmartre postmoderno.

Gracias al film, Pascale Ogier obtuvo el reconocimiento del público y de la profesión.

No sabía que tenía un soplo cardíaco,[25]​ motivado por una malformación congénita del corazón,[26]​ y tardó en avisar a los sanitarios.

Esa misma tarde tenía lugar el preestreno de su último largometraje, Ave Maria.

Años más tarde la prensa francesa discutiría si la muerte fue debida a una sobredosis,[28]​[29]​[30]​ que habría descompensado su cardiopatía congénita.

Tumba de Pascale Ogier en el Cementerio del Père-Lachaise .