Ambos son socios desde hace mucho tiempo en un exitoso negocio de pintura en San Francisco, la Galería Schulse-Eisenstein.
En 1932, Martin vuelve a vivir en Múnich e intercambia correspondencia con su amigo y socio.
Luego le describe que Griselle, perseguida por la SA, "tontamente" corrió a refugiarse en su casa.
La reacción de Max coincide con su desesperación, y su venganza es traer el mismo destino a Martin.
Martín responde desesperado, con los mismos ruegos que Max le había dirigido para salvar a su hermana, que no se le escriba así, pues esta poniendo en riesgo su vida y la de su familia si lo hace pasar por judío y conspirador.
Pero Max continúa inexorablemente enviando sus cartas, hasta que recibe una última, con la misma mención, sinónimo de captura y muerte: “desconocido en esta dirección".