[1] La enfermedad se esparció por casi todo el país a través del sistema ferroviario y de los puertos.
En mayo se propagó por Suiza, Austria, Hungría, Bulgaria, Grecia, Polonia y Rusia.
[2] En 1914 Juan Vicente Gómez es electo presidente de Venezuela por el Congreso, pero no asume el cargo directamente y ejerce como comandante en jefe del ejército nacional desde Maracay.
Habían brotes epidémicos recurrentes de paludismo, fiebre amarilla, viruela, peste bubónica, sarampión, difteria, tifus, tétanos, cólera, disenterías y lepra.
[1] Ya se reportaban casos en Caracas para el 18 de octubre y finales de mes ya había alcanzado los estados Carabobo, Cojedes, Falcón, Bolívar, Zulia, y Lara.
La gripe se propagaría por todo el estado en noviembre, pero regresaría a la normalidad en diciembre.
Se estima que la cifra de muertos llegó a 800 en el estado Zulia.
[1] Debido a la pandemia y la falta de servicios médicos capacitados, se popularizaron el uso de infusiones y brebajes para tratar la gripe, así como rezos a la Divina Pastora.
Los estados Monagas, Trujillo, y Táchira reportan casos en enero de 1919.
[1] José A. Tagliaferro director de sanidad nacional reportaba al día siguiente que «la epidemia de gripe es sumamente contagiosa pero no presenta ninguna gravedad … muchos enfermos la pasan caminando y no se registra ningún caso fatal».
[2][3] Razetti consideraba que el aislamiento era «cosa dificilísima, casi imposible en la práctica».
[3] El Cementerio General del Sur tuvo que contratar personal de emergencia para poder gestionar la crisis.
El periódico católico La Religión atribuía la epidemia a causas morales como el «afán inmoderado de divertirse», así como al «aire viciado, la oscuridad y la humedad».
[3] La pandemia estimuló el desarrollo y la organización científica de la salud pública en Venezuela.
Sin embargo, reportes académicos seguirían contabilizando muertes, no reconocidas en cifras oficiales.
La Virgen de Chiquinquirá, asociada a la región, no hizo la procesión anual en 1918.