Existe un segundo patio, más pequeño, que se sitúa en el extremo norte del Palacio y corresponde a la finca anexa, originaria probablemente del siglo XVII y con entrada por chaflán entre la calle Montcada y el de la Barra de Hierro.
A lo largo de los siglos, el Palacio ha experimentado sucesivas reformas, que han modificado el aspecto interior y exterior.
Aproximadamente a finales del siglo XIV, el edificio fue reformado totalmente: Durante el siglo XVI se continuó con la remodelación del Palau, pero actualmente quedan pocos testimonios de aquellas obras.
Parece que durante la segunda mitad del siglo XVII, se ejecutaron reformas con el objetivo de unificar progresivamente las propiedades adquiridas y acabar constituyendo un solo edificio.
Destacan las siguientes remodelaciones: En 1955, el Ayuntamiento de Barcelona adquirió el Palacio.
[4] Entre los años 1955 y 1959, el arquitecto municipal Adolfo Florensa llevó a cabo una primera restauración del edificio durante la cual se descubrieron los artesonados medievales, que hasta entonces habían permanecido ocultos tras un falso techo.
[6] Florensa siguió un criterio historicista, dando prioridad al pasado medieval en detrimento del acabado barroco, aunque este último era mayoritario en la finca.