Inspirado en las ideas del liberalismo, a mediados de septiembre de 1808 hizo circular en la ciudad de Guatemala una hoja volante titulada El Hispano-Americano, que empezaba diciendo "Infelices e incautos americanos, ya llegó el punto crítico... " y en la que se atacaba la invasión francesa a España pero también se expresaban ideas de libertad que las autoridades españolas de Guatemala consideraron sediciosas.
El 3 de abril de 1809, cuando ya Alvarado había sido puesto en libertad, Acosta escribió al presidente para pedirle que prohibiese a Alvarado, durante algún tiempo, su posible regreso a Costa Rica.
En los años siguientes continuó sus estudios y desarrolló contactos con figuras del liberalismo centroamericano, como el doctor Pedro Molina Mazariegos y el presbítero José Matías Delgado.
Posteriormente regresó a Costa Rica, donde se dedicó al ejercicio de su profesión, primero en su ciudad natal y después en la de Alajuela, donde murió.
Debido a su ferviente ideario liberal e independentista, se le recuerda en la historia costarricense con el sobrenombre de El Ciudadano Pablo.