Pabellón de Uruguay en la Exposición de 1929

Sin embargo, la colonia de españoles en ese país, con el embajador en Montevideo a la cabeza, fomentarían la presencia uruguaya mediante una campaña en su favor de la que se haría eco la prensa.

Por fin, tras su debate por la cámara del Congreso de los Diputados, el 11 de mayo de 1927 se aprobaba la concurrencia uruguaya al evento sevillano, dotándose al proyecto de 80.000 pesos que serían ampliados a 100.000 para que la construcción a edificar fuera permanente, ya que se pretendía instalar en él posteriormente al consulado uruguayo y una biblioteca denominada «América de Uruguay».

El espacio interior del pabellón se ha visto modificado, habiendo sufrido su fragmentación, para adaptarse a los fines administrativos de su nuevo uso; si bien los cambios no han llegado a afectar de manera significativa a su exterior.

La planta del edificio es triangular y se forma por la intersección de una nave, que ocupa transversalmente la fachada a la avenida de Chile, con el eje perpendicular a ella que parte de la portada frente al pabellón chileno y termina en el vértice o punto trasero de la edificación, lugar desde el que parten las fachadas que conectan con los extremos de la nave antes referida, dando una fachada a la biblioteca, situada al Sureste, y la otra al paseo de las Delicias, al Oeste; en el eje descrito se sitúan sendos accesos, siendo el de la portada su entrada principal neobarroca.

El edificio forma un triángulo con aristas romas y consta de una crujía perimetral que reproduce en su interior esa misma geometría en un salón central, el cual queda al frente del vestíbulo de la entrada ubicada en el centro de la nave transversal antedicha, existiendo sendas estancias a ambos lados de tal vestíbulo central.

Entrada del Pabellón de Uruguay
Parte trasera del pabellón, que da al Paseo de las Delicias de Sevilla