Ovillejo

Los cuatro últimos versos forman una redondilla que resume el sentido de los versos anteriores mediante el mecanismo retórico de la diseminación y la recolección, correspondiendo la diseminación a los pareados y la recolección a la redondilla, de forma que el verso final recoge las tres palabras utilizadas en los trisílabos o pies quebrados.

También hay fuentes posteriores[1]​ a Cervantes, primer escritor en cultivar el ovillejo, que llaman así a una composición que combina endecasílabos y heptasílabos en versos pareados, como la realizada por Sor Juana y su antecesor Jacinto Polo de Medina.

Concretamente, en La ilustre fregona y en el capítulo XXVII del Quijote.

A continuación se reproduce uno de ellos: Con posterioridad, los usaron sor Juana Inés de la Cruz, José Zorrilla, Rubén Darío, Eduardo Marquina y Pedro Muñoz Seca, entre otros.

En la actualidad, Fray Josepho abunda en ellos en clave humorística, con fines de sátira política.