La oscuridad, obscuridad, oscurana,[1] lobreguez[2] o tiniebla es la ausencia de luz visible.
La respuesta emocional a la falta de luz ha inspirado diversas metáforas en literatura, en simbolismo y en las artes.
Por ejemplo, la pintura negra mate no refleja luz visible y se ve oscura, en cambio la pintura blanca refleja toda la luz visible y por lo tanto luce brillante.
Como término poético, la oscuridad también puede significar la presencia de sombras, maldad, o depresión.
Puede causar depresión en personas que sufren desorden depresivo estacional (o depresión invernal), miedo en personas que padecen nictofobia, confort en ligófilos, o atracción (como en la cultura gótica).
Shakespeare, trabajando durante los siglos XVI y XVII, hizo llamar a un personaje Satanás el «príncipe de la oscuridad» (El rey Lear: III, iv) y le dio a la oscuridad garras para devorar al amor.
[13] Incluso en inglés antiguo, existían estas palabras para designar a la oscuridad: heolstor, genip, y sceadu.
Véase Claroscuro para una discusión más detallada sobre los usos de dichos contrastes en el medio visual.
En la pintura puede usarse la oscuridad para crear líneas de guía y vacíos, entre otras cosas.
La oscuridad era también una parte importante de sistemas religiosos gnósticos; fue asociada generalmente al mal.
En la ficción, la oscuridad puede simbolizar sucesos indeseables en varias formas, a menudo en el contexto del mal según lo mencionado.