La arquitectura egipcia, desde la época predinástica, responde a una cosmovisión astronómica, en que al Oeste (donde muere el sol diariamente) está la ultratumba o mundo de los muertos.
Las tumbas estaban orientadas en función del cuerpo de los difuntos, con la cabeza mirando al oeste.
[6] En la hermenéutica bíblica no se interpreta esta dirección como la de Jerusalén, sino como la del "Sol Naciente", que desde el siglo III se identifica simbólicamente con Cristo como "Luz del mundo" o "Sol de justicia" (Malaquías 4:2, Lucas 1:78 y Juan 8:12), a quien el cristiano espera durante su vida terrena (identificada con la noche), confiando en su venida gloriosa.
Lo mismo suele ocurrir con los claustros anejos a las catedrales y otras iglesias no monásticas.
En la cosmología hinduista hay conceptos de la orientación astronómica basados en el cuadrado y el octógono, con ocho dioses guardianes.