El ejército de los Estados Unidos inició sus experimentos sobre los efectos de las armas biológicas en 1953, realizando un estudio sobre la fiebre Q con voluntarios.Para reclutar a los voluntarios se contactó con la Iglesia Adventista en octubre de 1954 y en 1958 comenzaron los primeros proyectos de investigación.[1] Al final alrededor de 2300 soldados estadounidenses participaron como voluntarios en la investigación permitiendo que les infectaran virus y bacterias que se consideraban de uso posible en un ataque biológico.Los voluntarios, conocidos como white coat (literalmente bata blanca), fueron expuestos a patógenos de fiebre amarilla, fiebre del Valle del Rift, hepatitis A, Yersinia pestis, tularemia y encefalitis equina venezolana, entre otras.Mucha de las vacunas que protegen contra agentes usados en la guerra biológica fueron testados en humanos en la operación Whitecoat.