Onda continua

La CW se caracteriza por ocupar poco ancho de banda y por tener una relación señal/ruido muy alta; todo ello permite la comunicación a larga distancia aún en condiciones desfavorables de propagación.

Como resultado, produjeron interferencia electromagnética que se extendió por las transmisiones de estaciones en otras frecuencias.

Esto motivó esfuerzos para producir oscilaciones de radiofrecuencia que decaían más lentamente.

Las ondas continuas no se podían producir con una chispa eléctrica, pero se lograron con el oscilador electrónico de tubo de vacío, inventado alrededor en 1912 por el ingeniero estadounidense Edwin Armstrong[1]​ e, independientemente, en 1913 por el ingeniero austríaco Alexander Meissner.

Como este sistema usa un código adoptado internacionalmente, prácticamente no existe el problema del idioma ni de la pronunciación fonética.

La reducción del ancho de banda implica un mayor rendimiento de la potencia radiada, al concentrarse ésta en la señal portadora, ayudando a establecer con más facilidad contactos a larga distancia.

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