Olimpio Maresma

Fue párroco en la diócesis de Rosario, en la que también fue administrador general del obispado.

En marzo del año siguiente, en medio de una grave crisis entre el arzobispo Alfonso María Buteler y muchos de sus sacerdotes, que se resolvió con la renuncia de varios de éstos y el cierre del seminario,[2]​ el papa Pablo VI separó al arzobispo de su cargo, dejándolo como arzobispo titular pero nombrándole un administrador apostólico en la persona de monseñor Maresma.

Durante su gestión reabrió el seminario arquidiocesano y se esforzó en ayudar a los inmigrantes.

[1]​ Años después (en 2010), durante los juicios por delitos de lesa humanidad, una testigo recordó que monseñor Maresma ―refiriéndose a los miles de personas que estaban siendo «desaparecidas» (torturadas y asesinadas) por la dictadura cívico-militar argentina (1976-1983)― le había aconsejado no «gastar pólvora en chimangos».

Sus restos descansan en la Iglesia Catedral de Mendoza.