Algunos de estos rayos tienen energías anormalmente superiores a los que usualmente bombardean la Tierra y producen un efecto llamado lluvia cósmica o cascada atmosférica extensa.
Los rayos cósmicos de las energías más altas, que estudia el Observatorio Pierre Auger, son una fracción muy pequeña del total.
Para ello 18 países[4] colaboraron para montar a través del proyecto un observatorio en cada hemisferio con detectores que cubren áreas sumamente grandes para así obtener registros de la partículas y lluvias.
La provincia de Mendoza, Argentina, Brasil, Francia, Alemania, Italia, México y los Estados Unidos son quienes más aportan económicamente al proyecto.
[7][8] Este descubrimiento fue considerado dentro de los mayores hallazgos científicos del año 2007 por las revistas Science y Nature.
Los electrones remanentes se reacomodan saltando entre órbitas, para migrar hacia el estado de menor energía, emitiendo radiación electromagnética, principalmente en la región del ultravioleta.
Pero esta técnica, denominada de fluorescencia, si bien es muy precisa, solo se puede utilizar en noches oscuras.
En esta situación se produce una perturbación electromagnética que origina una emisión de luz, análogamente a como un barco rápido crea una estela al navegar en aguas en reposo.
Estos detectores Cherenkov de agua han sido la mejor solución, tanto operativa como económicamente.
Se encuentran emplazados a 1,5 km de distancia entre ellos, formando una red que cubre unos 3.000 km².
Ambos detectores enfocan la misma región del cielo pues se busca la redundancia, o sea, duplicar las mediciones.
EI proyecto Auger está abierto a la comunidad científica mundial y como toda empresa de esta envergadura, tendrá consecuencias importantes en la formación y retención de recursos humanos del país que es sede del proyecto.
Según explicó Daniel Supanitsky, director del Instituto de Tecnologías en Detección y Astropartículas (ITEDA), se ha descubierto que los rayos cósmicos de más alta energía no solo están compuestos por protones, sino también por núcleos más pesados.
Estos núcleos experimentan desviaciones más significativas al atravesar los campos magnéticos de la galaxia y el medio intergaláctico, lo que dificulta identificar sus fuentes.