Algunos ejemplos comunes son las muñecas, los osos de peluche o las mantas[2].
Con “transición”, Winnicott indica una fase de desarrollo intermedia entre la realidad psíquica y la externa.
Winnicot denomina esta fase omnipotencia subjetiva, junto a la cual subyace una realidad objetiva, que constituye la conciencia que tiene el niño de la separación entre él mismo y los objetos anhelados.
Permite al niño mantener un vínculo fantasioso con la madre cuando esta se separa en períodos de tiempo cada vez más largos.
Richard H. Passman y sus colaboradores investigaron este tema con niños en la Universidad de Milwaukee, Wisconsin.
El objeto se utiliza habitualmente como consuelo psicológico para niños con ansiedad por separación o un fuerte miedo a la oscuridad.
El uso de estos objetos es muy habitual en Occidente, con tasas que alcanzan hasta un 60%.
Muchos estudios indicaron que la forma de educar a los niños influye también en el grado de apego a un objeto transicional, como en la propia elección del objeto.