En las obras se retrata a Amâncio, famoso marginal (o "fadista", entonces sinónimo) del barrio de Mouraria a quien llamaban "pintor" (y por eso en el barrio llamaban a Malhoa el "pintor fino"), y Adelaide, mujer de mala vida, conocida como Adelaide da Facada (es decir, "de la puñalada": exhibía en el rostro una cicatriz de navaja).
Para concluir la obra, el pintor tuvo que acudir al Gobierno Civil a mover influencias para liberar de la celda a Amâncio, un violento agitador, tuvo que contener el temperamento del "pintor" de Mouraria cuando se inclinaba hacia Adelaide, tuvo que complacerle algunos caprichos, sobre todo púdicos.
Sin Amâncio cerca, como cuando estaba preso, por ejemplo, Malhoa desnudaba los hombros y hasta un seno a Adelaide; los celos airosos de Amâncio fueron llevando al artista a subir la tira del camisón de Adelaide.
Así, inicialmente Adelaide tenía muchos tatuajes, lo cual era muy poco común para la época, y se sugirió que fueran retiradas.
[2] La pintura fue muy mal recibida por la crítica por retratar aquella cosa menor del fado: la marginalidad.