Arqueología procesual

[3]​ Si bien la Arqueología procesual ha tenido una gran influencia en todo el mundo, su desarrollo partió de los Estados Unidos en los años 60 y 70, habiendo recibido un importante impulso por parte de muchos arqueólogos latinoamericanos y británicos.[4]​ Matthew Johnson da, por otra parte, una explicación realmente convincente acerca de por qué la Nueva Arqueología tuvo menos seguidores en Europa.En segundo lugar, los arqueólogos americanos son, en su mayoría, de ascendencia europea, y consideran los yacimientos arqueológicos como parte de pueblos ajenos, en este sentido pone un ejemplo muy ilustrativo: Siguiendo con la explicación, el panorama que ven los europeos es muy diferente, pues el legado arqueológico es parte de un pasado propio, que a menudo es empleado para recalcar peculiaridades locales, regionales o nacionales (un italiano nunca renegaría del mausoleo de Teodorico, por más que lo construyera uno de los pueblos bárbaros que destruyeron el Imperio romano, ya que lo considera una aportación a su identidad).[11]​ Las transformaciones culturales incidían en las relaciones entre los restos materiales y el comportamiento de sus productores.[17]​ En las prácticas funerarias, estas generalizaciones son poco convincentes y la cultura material es un reflejo indirecto de la sociedad humana.Los viejos arqueólogos no recurrían al método científico, sino que se basaban en una amplia formación humanística, diletante, sin objetivos concretos, y, por lo tanto, ajenos al Método científico.Este estudio, casi completamente teórico (pues nunca excavó en Francia y realizó los trabajos presuponiendo que determinados tipos líticos servían para funciones concretas, sin haberlo comprobado), dio como resultado una serie de hipótesis de trabajo que Binford no verificó con datos del Paleolítico europeo, sino que extrapoló a estudios propios sobre las tribus Nunamiut de Alaska.Según Lewis Binford la etnografía comparada es imprescindible para facilitar la comprensión del contexto arqueológico.Es decir, se exigen a sí mismos la verificabilidad de sus hipótesis, pero no siempre cumplen, ya que este principio solo exige que las hipótesis tengan significado cognoscitivo, pero no obliga a una contrastación empírica.Algo inusitado en Arqueología, ya que abría impresionantes perspectivas: permitirían atribuir funciones concretas a los objetos, las estructuras y las costumbres humanas.Y puesto que los aspectos materiales son determinantes para las estructuras sociales, es posible inferir (traducir o corresponder) hechos inobservables a través de otros que sí lo son, y reconstruir los procesos sociales del pasado.Dando por sentado esa ligazón invisible entre sociedades «equivalentes», o aparentemente similares (ya que ocuparían el mismo nicho sociocultural y ecológico), fuera del tiempo y del espacio (timeless and spaceless).Es decir, muchos descubrimientos, innovaciones, o cambios culturales, surgieron independientemente en varios lugares del globo, sin que hubiese relación entre ellos.La explicación es meramente cultural, ya que, según los arqueólogos procesuales la cultura material es un aspecto determinante del comportamiento humano y éste evoluciona influido por el entorno ambiental.Es lo que a veces se denomina materialismo determinista: los aspectos materiales son determinantes para la estructuración de las prácticas sociales y, a su vez, el entorno ambiental provoca cambios culturales en las sociedades humanas.Si analizamos detenidamente este presupuesto, nos daremos cuenta de que no estamos ante un evolcuionismo darwinista, sino lamarckiano: «la función crea el órgano».La influencia de la antropología se une al rechazo del enfoque historicista: relegan los aspectos cronológico-estratigráficos a un segundo plano.Estos procesos son los que permiten, por un lado, apreciar el verdadero nivel de una cultura, y poder compararlo con el de otras, es decir, generalizar; y, por otro, observar los cambios estructurales (no los coyunturales), a largo plazo.Así, pues, un proceso pone el énfasis en la esencia, permite hacer generalizaciones y concibe las culturas como modelos sistémicos.En este sentido, los arqueólogos procesuales tiene mucha fe en los modelos matemáticos y, particularmente en la teoría de sistemas.Las dos figuras principales, que venimos mencionando continuamente, son el americano Lewis Binford y David L. Clake.