Había un cliente que vestía muy elegantemente para La Habana, leía un folleto en inglés sobre la aspiradora Pila Atómica.
Antes de casarse le había prometido a su futura mujer que los hijos serían educados en la religión católica.
Al final Wormold cedió y se comprometió a pagar los trecientos pesos que costaba la yegua.
Wormold tenía la ilusión de que algún día tendría el dinero suficiente como para regresar a Inglaterra con Milly y no preocuparse nunca más de cuentas y pagos, pero cuando llegaba a su banco, el American Bank, en Obispo, se desvanecía su ilusión.
Hawthorne le entregó la llave de su apartamento en el Sevilla-Biltmore, habitación 510 y salieron separados del baño.
Wormold le manifestó que tenía un compromiso; no importaba y fueron al mercado a buscar el número.
Wormold se despidió pero Hasselbacher lo siguió hasta que logró escabullirse de él y entró en la habitación 501 (¿510?)
A la mañana siguiente Milly expresó que no comería más cereales en el desayuno, al café le pondría solo un terrón de azúcar, se había propuesto economizar, se había dado cuenta de que ella era un gasto muy grande para él.
Finalmente le dijo que había pensado ayunar para ayudarle a hacerse socio del Club de Campo y así poder practicar la equitación.
Deseaba hacerse socio del Country Club, donde se reunían los millonarios, la mejor fuente de información política y económica.
Hasta ahora no había enviado ningún informe, recién se estaba organizando, era importador de maquinarias.
El jefe le recordó que La Habana era un punto clave pues los comunistas siempre aparecían donde había líos.
Se comunicaban por el libro código, los informes llegarían a través del consulado por valija diplomática.
Le recordó que él era médico y por lo tanto tenía experiencia, bastaba leer los anuncios de los remedios secretos.
Pasaron diez días sin que Wormold recibiera respuesta desde Londres, no podía enviar el informe económico pues debería esperar la aprobación de sus subagentes.
En Santa Clara el Morris se detuvo y tuvo que continuar en autobús, la reparación llevaría varios días.
Solicitaba que se le abonase un bono por riesgo y suspender por ahora el informe económico.
[6] El jefe recibió a Hawthorne y le manifestó que nuestro hombre en La Habana les había enviado material bastante inquietante.
Estaban en esa faena cuando llegó Rudy, fue presentado y luego tuvo que salir a comprar una cama plegable para dormir en la oficina.
Un día se le ocurrió que a Raúl, Cubana de Aviación lo había despedido por ebriedad y le envió un telegrama diciendo que 59200/4 había sido despedido por ebriedad y temía deportación a España donde su vida peligraba.
La policía llegó donde ellos estaban y los detuvieron y llevaron a la comisaría donde los esperaba el capitán Segura, quien se extrañó que estuviera Wormold, habían recibido una llamada del profesor Sánchez diciendo que un individuo había tratado de ingresar en su casa para robarle sus pinturas.
Había invitado al subsecretario permanente y le preguntó qué opinaba el Foreign Office de la nota rusa.
También le dijo que no se metiera en líos, por Milly, pues podría perder el permiso de residencia.
Creo que sí respondió Hawthorne, habían infiltrado su organización en Jamaica, sabían casi todo sobre Cuba, por ejemplo la muerte de barra cuatro fue un accidente, a barra tres solo querían asustarlo, él era el primero que habían decidido asesinar.
Tenía que asistir a la comida, no probar bocado y solo beber, hacerse pasar por alcohólico.
Wormold estaba preparando su discurso cuando entró Beatriz y le pidió que no fuera a la comida, lo podrían asesinar.
Terminado el discurso del cónsul, Braun tomó nuevamente la palabra y comenzó la presentación de Wormold, mientras este hablaba, Carter le ofreció a Wormold un vaso de whisky, pero cuando iba a beberlo algo le rozó la pierna, era un perro, y escuchó que Carter lo apuraba, que se tomara el vaso.
Segura le manifestó que había ido a verle por dos cosas, la primera pedirle la mano de Milly, ella no lo sabía.
Al día siguiente llegó un empleado del consulado británico a la tienda de Wormold y le dijo que el embajador quería verlo inmediatamente.
Se encontraron en el hotel Pendennis de Gower Street, Wormold le dijo que cuando era niño sus padres lo llevaban a ese lugar porque no servían bebidas alcohólicas y a continuación le preguntó si se habían vuelto locos.