El brazo izquierdo está alzado y aferrado al madero mientras que el derecho se halla levemente erguido, como si quisiese proteger su cuerpo ante una caída inminente.
Destaca un rostro de gran realismo caracterizado por una boca abierta en la que se aprecian las dentaduras superior e inferior, una nariz ancha y prominente, unos ojos muy abiertos, unas cejas arqueadas y varios regueros de sangre, entre ellos uno que parte de la frente y recorre la nariz hasta llegar al labio superior, todo ello acentuado por una barba de espesos y simétricos rizos, siendo el cabello de pelo natural.
La talla posee un marcado equilibrio entre lo mental y lo sensible, toda ella realista y, por tanto, alejada de la idealización, buscando el entallador por lo general la devoción y la piedad al momento de esculpir imágenes relativas a estos pasajes bíblicos mediante el empleo de gesticulaciones desmesuradas, sugiriendo por su parte la mirada perdida una concentración espiritual ante la cercana crucifixión.
[5][4] El Nazareno fue sacado en varias ocasiones en procesión de rogativa.
En los libros de cuentas figura una procesión el 6 de junio de 1858 en la que la imagen fue cargada a hombros por los agricultores seguidos del clero, el ayuntamiento y los demás habitantes, siendo conducida hasta la Ermita del Cristo del Otero, todo ello con el fin de que cesase la sequía que estaba asolando la región; ese mismo día empezó a llover, desatándose una lluvia torrencial el 7 de junio la cual afectó a toda la provincia, motivo por el que dos semanas después se realizó una segunda procesión en señal de gratitud.