El estilo de la imagen es el de la escuela quiteña de los siglos XVI y XVII, y con el tiempo los devotos la han adornado con alhajas como testimonio de su agradecimiento por los favores recibidos, incluyendo coronas para la Virgen y el Niño Jesús, y estrellas de oro y plata que adornan su manto.
[2] Alrededor de la imagen los fieles devotos le han erigido cuatro templos sucesivamente cada vez más grandes, hasta culminar en el actual santuario cuya construcción duró 30 años siendo terminado en 1949.
En 1952 el Papa Pío XII le otorgó a la imagen la coronación canónica, y al santuario el título de basílica menor en 1954.
En el manto de la Virgen se ven dos letras: P y B, que algunos autores han propuesto que corresponden a las iniciales del fray Pedro Bedón (1555-1621), provincial de la Orden de Predicadores desde 1618 a 1621, pintor, misionero caminante y viajero por esas tierras.
[2] Otros autores señalan la imposibilidad que sea trabajo solamente humano por su improbable conservación de aproximadamente 150 años a la intemperie hasta que fue descubierta en la mitad del siglo XVIII, y se propone también la teoría de la gracia milagrosa que habría guiado la mano del autor, con base en sus características físicas como su colorido mate y el hecho de que no la dañen el humo de los cirios o las deyecciones de los insectos y palomas.