Aunque absuelto en la siguiente audiencia, el conductor del automóvil, Shiro, se siente culpable y le ofrece a Yumiko pagar una cuota mensual.
Yumiko primero rechaza, pero cuando la familia de su marido la repudia, dejándola sin herencia, finalmente acepta el dinero.
Debido a su precaria situación económica, decide regresar a su ciudad natal y trabajar en la posada de su hermana cerca del lago Towada.
Aunque Yumiko y Shiro poco a poco desarrollan un afecto mutuo que finalmente desemboca en una historia de amor, Yumiko no puede dejar atrás su pasado, que vuelve con toda su fuerza cuando es testigo de un accidente que le recuerda la muerte de Hiroshi.
Al final, Shiro es transferido nuevamente a una oficina lejana en Lahore, Pakistán.