No obstante, volvió al servicio activo en 1838, sirviendo como ayudante de campo para el general Golovín en el Cáucaso.
Muraviov fue el primer gobernador que propuso al zar Nicolás I que aboliera la servidumbre en Rusia por medio de una petición firmada por nueve terratenientes locales.
Muraviov consideraba la religión como una forma poderosa de controlar al pueblo autóctono, así que estimuló la creación de nuevas iglesias cristianas y también promovió cultos locales como el chamanismo y el budismo.
Desde la firma del tratado de Nérchinsk en 1689, Rusia perdió el derecho a navegar el río Amur.
Sin embargo, dado que los tramos bajos del río Amur estaban reclamados por los rusos, el gobierno autorizó varias expediciones organizadas por Guennadi Nevelskói.
El Tratado de Aigun reconoció, en efecto, el río Amur como frontera entre Rusia y el Imperio Qing, y le permitió a Rusia el libre acceso al Océano Pacífico.
Según un artículo del novelista ruso Vladímir Baráyev, la firma del tratado fue celebrada bajo una iluminación grandiosa en Pekín y con fiestas celebradas en las principales ciudades de Siberia.
Como gobernador general de Siberia oriental, Muraviov-Amurski intentó colonizar las orillas del río Amur muchas veces.
Estos intentos en su mayoría no fueron exitosos, debido a que poca gente quería mudarse voluntariamente al Amur.
Muraviov tuvo que trasladar varios destacamentos de los Cosacos del Baikal para poblar el área.
En 1929, una estatua de Lenin la reemplazó y permaneció allí hasta 1989.