Se trata de uno de tantos "Tratados Desiguales" que China se vio obligada a firmar con las potencias extranjeras durante el siglo XIX.
Tras el nuevo acuerdo de Aigún, China cedió a Rusia sus territorios situados a la izquierda del río Amur y en los montes Sijoté-Alín.
Los residentes manchúes que quedaron en la zona rusa fueron autorizados a permanecer en sus hogares y comerciar libremente con los establecidos al otro lado de la frontera.
Por último, se acordó que las islas situadas en los ríos Amur y Ussuri serían gobernadas de forma conjunta por ambos países.
Con el fin de no dar lugar a equívocos, ambas partes conservaron copias del tratado en lengua manchú.