Hoy se hallan en poder de una señora, hija suya, diferentes cartas, que le escribía su maestro don Diego Velázquez, llamándole para emplearle en servicio del rey, y hacerle Pintor de Su Majestad, lo cual nunca aceptó, por no abandonar el sosiego, que le ofrecían las conveniencias, que le dispensaba su honrado patrimonio».
Cursó luego estudios en Italia, donde se encontraba al menos desde 1643.
Según la descripción de Antonio Palomino, aunque inacabadas por la muerte del pintor, las pinturas se extendían a la capilla mayor, en la que no había otro retablo que el pintado por Villacis con arquitecturas fingidas, con una Santísima Trinidad sobre la cornisa, y al brazo del Evangelio.
Tras convertirse la iglesia y el convento en cuartel en 1835, tras la desamortización de Mendizabal, únicamente pudieron salvarse algunos fragmentos pasados a lienzo por Juan Albacete en 1867, que son los que actualmente se encuentran restaurados en el Museo de Bellas Artes de Murcia,[4] construido precisamente sobre el solar del antiguo convento.
Las obras que quedan son: Retrato de tres amigos,[5] Cabeza de fraile, El caballero del chambergo, Un sacerdote con acólito y Un ángel.