El método más antiguo para la obtención de este pigmento consiste en quemar directamente maderas resinosas, aceites, grasas o resinas, en lo posible limitando el aporte de aire a fin de que la combustión no sea completa y que el carbono del material que está siendo quemado no se oxide; esto genera un humo negro que se deposita sobre una superficie fría (tradicionalmente de metal) en la cual queda adherido el hollín, que luego se recoge por raspado.
[5] Este hollín se caracteriza por presentar un particulado relativamente grueso y porque el carbono se encuentra en él mezclado con sustancias bituminosas, lo que no lo hace del todo apto para ciertas técnicas de pintura; por este motivo se han desarrollado otros procedimientos para obtener negros de humo más puros y más finamente particulados.
Ocasionalmente se producía negro de humo quemando hulla, pero el pigmento resultante era de un granulado aún más grueso que en el caso anterior, y sus aplicaciones eran todavía más limitadas.
[7] El color negro bujía usado actualmente en pintura artística sigue estando compuesto de carbono casi puro.
A la derecha se provee una muestra aproximada de su coloración.