La pérdida de estas células interfiere en el aclaramiento normal de las vías respiratorias superiores y permite que las vías respiratorias inferiores se contaminen con microorganismos y sufran una irritación mecánica.
Este proceso es el responsable de la tos persistente que tienen los pacientes con enfermedad sintomática.
Al carecer de una pared celular, estos organismos son resistentes al efecto de la penicilina y otros antibióticos betalactámicos, los cuales actúan mediante la irrupción en la pared celular bacteriana.
Carece de maquinaria celular para sintetizar muchos compuestos esenciales, incluyendo nuevas purinas y pirimidinas.
La infección se suele diseminar entre compañeros de clase, familiares o contactos estrechos.
Las especies de Mycoplasma pueden crecer en el medio selectivo agar PPLO, incubándolas a 35 °C durante 10-21 días.
[1] La eritromicina, las tetraciclinas (especialmente la doxiciclina) y las fluoroquinolonas más modernas son igual de eficaces para tratar las infecciones por M. pneumoniae, aunque las tetraciclinas y las fluoroquinolonas se reservan para los adultos.
A las 2-3 semanas de la exposición aparece febrícula, malestar, cefalea y tos seca sin expectoración.
Los síntomas empeoran de forma gradual en los siguientes días y pueden persistir durante 2 semanas o más.
[3] Eaton sugirió la posibilidad que la enfermedad fuera causada por mycoplasmas, pero este agente no crecía en los medios de cultivo disponibles en su momento.
Estas observaciones llevaron a la conclusión que el organismo causante de la neumonía atípica era un virus.
Investigadores en ese tiempo demostraron que los agentes cultivados podían causar enfermedad en ratas algodoneras y hámsteres infectados experimentalmente.