Cuando fallece Romero en 1820, la casa pasa a manos de su viuda Petra Manjarrez Padilla.
[3] A finales del siglo XIX, el comerciante cafetero Jesús Flores Arreola compra la casa.
Flores estuvo viudo por muchos años hasta que decidió casarse nuevamente con Ana González Rubio, una costurera cercana.
[3] La casa quedó casi abandonada pero llegó a servir como restaurante y academia hasta que el ayuntamiento de Guadalajara lo adquirió en 1994 para convertirla en museo.
Esto provocó afectaciones que forzaron el museo a mantenerse clausurado por seis años.
Las otras salas tocan el proceso de la impresión e incluyen algunas imprentas del siglo XIX.
[6] Hay cuatro salas temporales con exposiciones sobre el fotoperiodismo y ejemplares de las artes gráficas.
En medio de la incertidumbre se prometieron el uno al otro a rezar una novena en cada aniversario luctuoso.