803.400 m, y desde aquí en otra línea recta en sentido NOR-OESTE al Hito Mata de Mango en la carretera Michelena - Lobatera U.T.M.
806.220 m, situado a 800 m al SUR -OESTE del cruce de la carretera que conduce de Llano Basto a Triviños, para seguir por la Carretera del Llano Basto, hasta encontrarse con la carretera que conduce a El Molino, por la que continúa hasta el Hito de Puente Molina en el Puente sobre la Quebrada La Molina de la vía que conduce a Potrero de Las Casas, continúa por la Quebrada La Molina, aguas arriba hasta donde confluyen las Quebradas Urubeca y Guamala, continuando por la Quebrada Guamala, aguas arriba, hasta su cabecera sitio denominado La Casa del Padre Estrella, U, T .M.
Estos símbolos fueron adoptados en septiembre de 1952 por propuesta del culto ciudadano Sr. Alejandro Rojas Figueroa (Lobatera, 1887 - San Cristóbal, 1966).
Marcos Gabriel Zambrano Príncipe, nació en Lobatera a mediados del siglo XVIII y murió en 1784.
Juan Isidro Pérez Arellano, nació en Lobatera antes de 1849, ejerció su ministerio sacerdotal en diversos pueblos del Táchira.
Se colocó sobre un pedestal de líneas triangulares vanguardistas, diseño del ilustre arquitecto tachirense Fruto Vivas.
Está conformado por una base triangular equilátera o acropodio (sobre la que se yergue la estatua), sostenida por seis columnas geminadas exentas, de sección triangular y diagonales que se unen en los ángulos de la base y en el suelo formando un trípode.
Por su actual ubicación, la parte frontal de la estatua da al este y la mirada hacia el norte.
El plano tiene inscripciones buriladas con los nombres de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
La pierna derecha hacia adelante en actitud de descanso y la izquierda soporta el peso del cuerpo.
Todos se despidieron respetuosamente pero luego y tal vez sin entender, Manuel el más joven, les comentó a sus amigos: -Don José a su edad sigue creyendo en esos cuentos de espantos y de muertos-.
Mirando el reloj de la Iglesia, próximo a marcar las nueve, Don José titubeó un poco sobre la propuesta de Pacífico pero la terminó aceptando por lo que, dejando la puerta entreabierta con la tranca, se acercó a los jóvenes y les dijo: -Muchachos, tengo la experiencia que da vivir tanto como he vivido, óiganme y agarren cabo, no se burlen de las cosas de la otra vida, ni de las Benditas Ánimas del Purgatorio, eso es algo serio, préstenme atención- y mirando hacia el Callejón y el puente del Cementerio, guardó silencio por un momento como si a su memoria vinieran los remolinos del recuerdo, y prosiguió: -Ocurrió hace muchos, muchos años.
Olviden cualquier curiosidad y no intenten mirar a través de la rendija o el portón.
Yo entendía bien esas palabras pues se las había oído a mi nona en su rezo diario de los Cien réquiem.
Siempre he creído que al pasar frente a nosotros, la aparición fantasmal debió voltear sus rostros y mirarnos pues Rafael exclamó: -¡Son espantos, son espantos!- y luego de un corto silencio volvió a exclamar: -¡Soy yo, soy yo!-.
-Desde esa ocasión, me propuse que siempre al pasar frente a mi casa, rumbo a la Iglesia, el entierro de algún vecino, del amigo o del conocido que se nos adelantó, dejaría su nombre registrado en un cuadernito para siempre pedir por él.
Varios marchantes que llegaban a mi bodega, me aseguraban haberlo visto en ocasiones desandar río abajo por entre matorrales, tunas y senderos perdidos en noches de luna llena.
Allí, el bramar del fuerte torrente de la quebrada y los resbalosos líquenes que cubren la húmeda madera hacen lento su paso.
Próximo a la mítica piedra del Corazón , se encuentra frente a una fantasmagórica visión: un ataúd rodeado por cuatro cirios y varias figuras de largo traje talar negro, de rostros ocultos por inmensas capuchas y cuyos pies no tocaban la tierra.
El corazón de Cesáreo comienza a palpitar aceleradamente y recuerda los cuentos que relataban las viejas junto al fogón.
Los resplandores de una luna llena que se abría paso entre los nubarrones comenzó a iluminar la piedra y los musgosos cimientos le marcaron con su sombra la vieja senda del llano de los Apóstoles que llevaba hasta el pueblo.
Fuentes: Gratitud y respeto por las siguientes personas que aportaron los datos para la reconstrucción de la leyenda, y quienes ya alcanzaron la Eternidad: Don Roso Sandoval Mora, aldea La Molina, 80 años, 1985, Municipio Lobatera; Don Florentino Zambrano, aldea Volador, 88 años, 1997; Doña Maximiana Sandoval vda.
Lobatera es tierra generosa vigilada por cerros y montañas que apuntan hacia los cielos en perenne índice de grandeza.
Conformada por varias piedras con grabados rupestres realizados por los indios Lobatera hacia el año 1000 de nuestra era.
En sus alrededores los vecinos cultivan frutos menores, caña y cacao hacia lel partido de La Parada.
Don José Trinidad Mora (siglo XIX - 1931), Patriarca de las letras lobaterenses y fundador del periódico "El Campesino" (1897-1916).
Su obra histórica es la primera referencia al momento de reconstruir la historia eclesiástica del Táchira.
Formó parte de la Banda Municipal Sucre y luego se residenció en San Cristóbal donde realizó estudios musicales.
Distinguido médico lobaterense, especialista en Gastroenterología, altruista, humanista y hombre dedicado al bien común de sus coterráneos.
Nació en Cazadero donde vivió hasta la edad de 11 años cuando es llevado, por decisión propia, al seminario menor en Palmira.