Los mouros trabajaban en la orfebrería y en algunos casos eran oscuros de piel, como si fuesen gente ajena a la tierra gallega, mientras que las mouras tenían fama de hechiceras y eran pelirrojas ("rubio" es usado en gallego para referirse al color rojo, no al amarillo como comúnmente se piensa) de tez blanca.
Son iguales a los humanos excepto en que viven bajo tierra, son ricos, tienen poderes mágicos o viven bajo algún encantamiento; se suelen aparecer a personas en solitario proponiéndoles pruebas de valor, o bien realizan negocios o intercambios con los humanos de los cuales éstos son pagados con oro, excepto si cuentan a los demás el origen de su riqueza (el negocio con el mouro) en que el oro se convierte en piedras o carbón.
Las mouras son seres feéricos, de piel pálida y cabello rubio platino que habitan bajo tierra o bajo el agua.
Con frecuencia las gentes del lugar se encuentran con las mouras mientras están hilando con el huso y una roca.
Sometiéndolo previamente a una encubierta prueba la Moura mostrará al pretendiente un fabuloso tesoro y le pedirá que elija lo que considere de más valor.