En el ya mencionado galpón se encuentran objetos antiguos y distintas imágenes sobre escuelas o instituciones moquehuenses, entre otras cosas.También se afirma que había un cacique, nacido en territorio actualmente chileno, llamado "Moquehua" aunque según esta fuente se desconoce por qué posee el acento Una sorpresa para todos fue el comunicado del Ministerio de Educación de la Prov.El mismo decreto nombraba al Dr. Teodomiro Rodríguez Pino como Director y a Anita De Agosto secretaria.Los primeros profesores cumplían sus tareas ad-honoren, pudiendo citar entre ellos a Norberto Cremona, Herminia Castagnino, Hugo Bianchi, Oscar Fuaz, Elida Goñi, Edhit Lastra, José Méndez, Gladys Miserere, Rolando Menescardi, José Luis Rodríguez, siendo Elizabet Uruñuela preceptora y Miguel Ampudia portero.En el año 1965 egresó la primera promoción de Maestros, siendo los mismos Dominga Amigo, Nélida Bozzano, Alicia Cavalieri, Clara María Cavalieri, Norberto Cremona (h), Isabel Del Papa, Esther Echeverry, Ana Frassa, Edgar Frígoli, Delma Garaventa, Olga Romero, Leonor Moscoloni, Griselda Teresa Olguin, Alicia Perone, Graciela Pedone, María Rosa Pomares, María del Carmen Suárez, Elsa Zamora y Mabel Zamora.Los mapas no lo diferencian mucho de Villa Moll, Pedernales o La Rica: son localidades, que le dicen.Pero fue allí, en Moquehuá donde me tocó aprender a dar mis primeros pasos y a decir mis primeras palabras, tal vez fue ese el primer lugar de la tierra que sentí como mío y, por algunos años, como el mismo centro del mundo".continúa diciendo Rivero…: “Mi padre había sido nombrado JEFE DE LA ESTACION, así con mayúsculas, como seguramente figuraba en los carteles y en los Avisos, en la Pizarra.También la pampa era todavía una gran guitarra y, aunque los almacenes de ramos generales no solían traernos las novedades de las editoras musicales porteñas, sino por pedido expreso, mi padre se hacía remitir muchas piezas por el propio telégrafo del ferrocarril.A Moquehua llegué la primera vez en brazos, y de allí me iría años después sin poder dar siquiera los pasos que había aprendido, sin aliento casi para decir una sola de las palabras que estaba empezando a manejar.