Desde su inauguración en 1904, se encuentra en la ciudad capital de Tucumán, presidiendo la plaza que lleva el nombre del prócer.
En 1889, la provincia de Tucumán promulga una ley que disponía erigir una estatua del destacado prócer Juan Bautista Alberdi, en la plaza homónima.
Para este y otros trabajos, retornó ese mismo año por primera vez a su país desde que comenzó su formación artística en Europa.
Como ya poseía gran prestigio como artista en Europa, Lola Mora hizo llegar a la prensa de su provincia natal artículos provenientes de importantes diarios italianos que elogiaban su trabajo, como así también fotografías del monumento avanzado, dejando asentado el cumplimiento del encargo por su parte.
En 1880 regresó a Buenos Aires al ser elegido senador por Tucumán, y al año siguiente fue candidato del gobierno nacional para desempeñar la legación argentina en Francia, pero fue duramente atacado por la prensa, por lo que decidió mudarse definitivamente a Europa hasta su fallecimiento en 1884.
El planteo compositivo es clásico piramidal, con un basamento que sugiere cierto barroquismo en algunos detalles de roleos ampulosos.
La figura sube a las gradas para ofrecerle una pluma (actualmente desaparecida) y un libro abierto en la otra mano.
Detrás del pedestal, en actitud sedente y apoyada sobre una lira, se encuentra otra figura femenina representando a la música, haciendo énfasis en la conocida veta artística del homenajeado, quien fue compositor y ejecutante.
En esta restauración, se incluyeron los dedos, aunque al poco tiempo volvieron a caerse.