Sus laderas fueron utilizadas para el cultivo, principalmente de la vid y el olivar, pero tras ser estos abandonados, en épocas de lluvias los barrios vecinos se convertían en lodazales, motivo por el cual durante los años 1940 el monte fue repoblado con pinos carrascos (Pinus halepensis) por el ayuntamiento junto con otros montes vecinos.
En las laderas aun predomina el matorral, compuesto por Calicotome villosa, Phlomis purpurea, Ulex parviflorus, Retama sphaerocarpa, Daphne gnidium, Asteriscus maritimus, etc.
A pesar de su pequeña extensión, alberga una importante comunidad de helechos constituida por las siguientes especies: Selaginella denticulata, Cheilanthes maderensis, Cheilanthes hispanica, Ceterach officinarum, Polypodium cambricum, Cosentinia vellea, Anogramma leptophylla y Asplenium billotii, esta última catalogada como Casi amenazada.
Durante los pasos migratorios, el Monte Victoria es un lugar idóneo para observar una gran variedad de aves planeadoras, como milano negro, halcón abejero, buitre común, alimoche, gavilán, águila calzada, águila culebrera, águila pescadora, cigüeña común, cigüeña negra, así como passeriformes, tales como colirrojo real, papamoscas cerrojillo, bisbita campestre, curruca tomillera, mosquitero musical, etc.
A pesar de ser especies protegidas cuyo hábitat no puede ser alterado, la destrucción del arroyo Toquero para urbanizar la zona ha supuesto su desaparición.