La estructura de la iglesia no ha sufrido ninguna transformación que altere su primitiva concepción.
Aunque la primera cita formal que nos indica que allí había una comunidad regida por un abad (el de Sant Cugat) corresponde al año 986,[2] hasta 1014 no aparece realmente la palabra monasterio, en un documento en que el conde Ramón Borrell y su mujer hacen una permuta de terrenos con la abadía de San Llorenç.
Y hay que esperar hasta 1018 para encontrar un abad propio en dicho lugar.
La construcción del edificio románico que ha llegado a nuestros días se inició, probablemente, en 1045, siendo consagrado en el año 1064 por el obispo y los condes de Barcelona.
Entrando el siglo XII comenzó su decadencia, aunque siguió estando habitado por algún monje benedictino hasta el año 1608.