El asentamiento se ubica a 791 m s. n. m., sobre un espolón saliente y basculado hacia el valle que forma una meseta ovalada irregular (Peña et alii, 1996).
A partir de 1995, se procedió a realizar excavación en extensión de la zona de hábitat delimitada por un gran muro que ya había sido constatado en campañas anteriores (Gil-Mascarell y Peña, 2000)[11] con una lectura interdisciplinar y global del yacimiento, teniendo en cuenta, entre otros factores, la cultura material, los recursos económicos, el urbanismo y el medio ambiente, documentados parcialmente en las excavaciones practicadas hasta 1993 (Peña et alii, 1996).
Estos trabajos nos han permitido conocer que la Mola d’Agres se ocupó desde la Edad del Cobre hasta la actualidad, con algunos hiatus o periodos de abandono.
El paisaje que rodeaba este poblado en época prehistórica, estaría dominado por un carracal[12] donde vivirían las especies de fauna silvestre como los ciervos y corzos, de las cuales se han hallado restos en el yacimiento.
Este tipo de fauna tenía menos importancia que la doméstica compuestas fundamentalmente por ovejas, cabras, bueyes y cerdos.