[4] En Italia, y particularmente en Turín, la nueva corriente se denominó inicialmente arte nuova, traduciendo el término directamente del francés.
En el variado panorama nacional esta nueva corriente, que posteriormente asumió también el nombre de stile floreale,[4] no se consolidó nunca como una verdadera escuela italiana de referencia pero consiguió afirmarse, aunque con un ligero retraso respecto a los principales países europeos, viviendo su máximo esplendor en los primeros años del siglo XX.
[5] El liberty, por tanto, encontró en la arquitectura su mayor éxito, dejando a la posteridad uno de sus testimonios más duraderos.
A principios del siglo XX la alta burguesía, ya afirmada definitivamente como clase hegemónica de la sociedad italiana, encontró en el liberty su elemento distintivo, o la ocasión para mostrar su superioridad y al mismo tiempo subrayar su separación de la vieja clase nobiliaria y de sus residencias neoclásicas y barrocas,[6] todavía muy vinculadas al más conservador estilo ecléctico que había predominado durante el siglo XIX.
Decisiva, por citar un ejemplo, fue la labor de la Impresa Porcheddu, con sede en Turín,[N 2] que desde 1895 fue la primera constructora que importó y utilizó en exclusiva para Italia el innovador Systéme Hennebique,[14] la primera patente para la construcción de «estructuras y suelos ignífugos» en hormigón armado, presentada por el ingeniero francés François Hennebique.
En un primer momento, estos eventos recogieron un tibio entusiasmo, sin embargo, las ediciones posteriores tuvieron un creciente éxito produciendo la gradual afirmación del liberty.
El evento más ambicioso, que dio un decisivo impulso a su difusión, fue la Esposizione Internazionale d'Arte Decorativa Moderna que acogió, en sus numerosos pabellones de este estilo, a relevantes invitados extranjeros como Peter Behrens, Hendrik Petrus Berlage, Victor Horta, René Lalique, Charles Rennie Mackintosh y Henry van de Velde,[15] además de favorecer un clima que contribuyó a la construcción de numerosos edificios públicos y privados, decretando así la consagración definitiva del modernismo como nuevo estilo artístico dominante.
[17] La primera publicaba desde 1889 periódico L'architettura pratica, revista especializada fundada por el arquitecto Andrea Donghi y posteriormente dirigida por su colega Giuseppe Momo.
[17] También fue editada por la Camilla & Bertolero la revista L'Arte Decorativa Moderna, fundada en 1902 en Turín por iniciativa del pintor turinés Enrico Reycend, valiéndose de la contribución de ilustres colegas como Davide Calandra, Leonardo Bistolfi, Giorgio Ceragioli y el escritor Enrico Thovez.
[18] También el sector del mobiliario fue partícipe activo del floreciente periodo liberty, campo óptimo para las artes aplicadas; aunque aún no constituía una realidad industrial, podía contar con mano de obra competente y representaba una realidad artesanal muy apreciada.
[20][21] Como consecuencia del éxito de la exposición, Turín continuó siendo un terreno fértil para abundantes experimentaciones, aunque muy coherentes e sobrias, llevadas a cabo por parte de un grueso grupo de arquitectos e ingenieros como Eugenio Ballatore di Rosana, Giovanni Battista Benazzo, Pietro Betta, Eugenio Bonelli, Paolo Burzio, Carlo Ceppi, Camillo Dolza, Andrea Donghi, Michele Frapolli, Giuseppe Gallo, Giuseppe Gatti, Giovanni Gribodo, Quinto Grupallo, Gottardo Gussoni, Giuseppe Hendel, Giacomo Mattè-Trucco, Eugenio Mollino, Giuseppe Momo, Ludovico Peracchio, Alfredo Premoli, Giovanni Reycend, Annibale Rigotti, Paolo Saccarelli, Annibale Tioli, Giovanni Tirone, Giovanni Vacchetta, Antonio Vandone di Cortemilia, Giuseppe Velati Bellini y Genesio Vivarelli; sin embargo, el personaje más prolífico y protagonista indiscutible del modernismo turinés fue, sin duda, Pietro Fenoglio.
Sin embargo, su contribución no fue solo la de un reputado profesional, ya que fue llamado también a intervenir a nivel político, ostentando los cargos de consejero municipal y consultor para el estudio del nuevo plano regulador completado en 1908.
El complejo, proyectado entre 1875 y 1907 por Pietro Fenoglio, está constituido por dos barrios residenciales a ambos lados de la fábrica textil, que cesó su actividad en 2007.
En total, albergaba originalmente unas mil personas entre operarios, empleados y sus respectivas familias.
[31][32] Alumno de Carlo Ceppi, el prolífico Pietro Fenoglio construyó su éxito sobre su estilo deliberadamente art nouveau y su influencia estilística contagió a numerosos otros arquitectos, alimentando una creciente y fructífera competición que hizo a la época del modernismo turinés digna de ser recordada.
Por ejemplo, el arquitecto Pietro Betta se diferenció por abrazar un estilo más cercano al sezessionstil y en su estudio se formaron jóvenes arquitectos como Domenico Soldiero Morelli y Armando Melis de Villa, protagonistas de la posterior corriente del racionalismo italiano.
[34] Otros ejemplos claramente secesionistas son la Casa Bonelli (1904), residencia del propio arquitecto Bonelli,[35] cuyas fachadas se caracterizan por particulares puertas-ventanas rodeadas por una amplia cornisa circular, que muestran unos adornos finamente decorados, y la Casa Mussini, austero edificio residencial de la precolina, proyectada por el arquitecto Ferrari en el 1914.
También es significativa la Galleria dell'Industria Subalpina, estructura inspirada en los típicos passages parisinos, aunque todavía caracterizada por un gusto ecléctico, que albergaba el célebre Caffè Romano,[N 14] y donde se encuentra el elegante Caffè Baratti & Milano, remodelado en 1909.
[45] A Donghi sustituyó el ingeniero Camillo Dolza, que firmó los proyectos más importantes de arquitectura pública turinesa de las primeras décadas del siglo XX, entre los que se cuentan el imponente edificio del instituto superior femenino magistrale «V.
Uno de los mayores detractores del liberty fue el poeta turinés Guido Gozzano que, por ironía del destino, vivió y murió en un edificio proyectado en este nuevo estilo por Pietro Fenoglio, la Casa Rama de la Via Cibrario 65.
[11][47] Expresó a menudo palabras de desprecio hacia el liberty, hasta definirlo «rubéola del buen gusto»,[48] y compararlo con un pasajero enamoramiento de modelos europeos que, según su pensamiento, no tenían ninguna relación con la tradición arquitectónica italiana; por el contrario, en el neogótico advertía una sana «vuelta al orden» a salvo de las vanguardias estilísticas demasiado audaces.
[51] Otro arquitecto turinés que se afirmó por sus obras art déco fue Vittorio Eugenio Ballatore di Rosana.