El concepto ha estado presente en la ciencia ficción durante casi un siglo y los primeros dispositivos experimentales en funcionamiento se demostraron en la década de 1960.
Los tubos consumían poco combustible pero no se podía llevar demasiado peso.
Acorde al gobierno de los Estados Unidos, verdaderas mochilas propulsoras tienen una valoración mínima debido a las limitaciones tecnológicas actuales.
Algunos otros han trabajado en el desarrollo de cinturones cohete funcionales, con éxito limitado.
En 1958 Garry Burdetty Alexander Bohr, ingenieros de Thiokol crearon el cinturón saltarín, mismo que denominaron "Proyecto saltamontes", la energía de propulsión era provista por nitrógeno comprimido a alta presión, adaptado a él se colocaron dos toberas dirigidas verticalmente hacia abajo, el usuario del cinturón podía abrir una válvula dejando escapar del tanque el nitrógeno resultando en una elevación de 7 metros de altura aproximada.
Al inclinarse ligeramente hacia adelante se lograban velocidades de 45 a 50 km/h.
El pequeño tamaño de los contenedores fue quizá la razón por la cual se usó el término belt (‘cinturón’) en lugar de pack (‘mochila’) haciéndose un nombre habitual para designar a este aparato —al menos en EUA—.
En 1959 Aerojet General Corporation ganó un contrato con el Ejército de los Estados Unidos para fabricar una mochila propulsora.
Army Transportation Research Command, (TRECOM) asumió que aparatos jet (a reacción) personales podrían encontrar los usos más diversos: para reconocimiento, cruzar ríos, aterrizaje anfibio, conseguir acceso al subir la cuesta de montañas, evadir campos minados, maniobras tácticas, etc.
Sin embargo, pronto trascendió a conocimiento de los militares que el ingeniero Wendell Moore de la compañía Bell Aerosystems llevaba ya varios años encabezando experimentaciones con un aparato jet personal.
Después de ponerse al corriente sobre su trabajo, los militares enviaron una orden -en 1960- a la compañía Bell Aerosystems para desarrollar un PDAC (Pequeño dispositivo ascensor cohete).
Sus pilotos más destacados son Kinnie Gibson, Eric Scott y Dan Schlund.
Al año siguiente, Stanley entabló un juicio legal para recobrar ganancias perdidas: El juez, le otorgó la propiedad única a Stanley sobre el RB-2000 y a recibir 10 millones de dólares en concepto de indemnización.
El sistema puede ser sensible en vuelo, al punto en que se necesita utilizar la cabeza, brazos y piernas, para no entrar en un giro incontrolado.
Los motores en el ala requieren una alineación común durante la instalación, a fin también de prevenir la inestabilidad.
Un sistema de arranque electrónico asegura que los cuatro motores encienden simultáneamente.