Misteriosa Buenos Aires

Las historias de la colección pertenecen en su mayoría al género realista, aunque los hay también fantásticos y maravillosos.

Los cuentos poseen una estructura clásica y suelen tener un final sorprendente e inesperado para el lector.

Pero en el proceso, los locales sitian a los extranjeros, dejándolos tan solo con la comida que les quedaba guardada.

La incontrolable tentación de aquel festín que lo esperaba en las horcas lo lleva a matar al arrogante genovés.

Dentro del relato, los españoles (supuesta “civilización”, en comparación con los indios) se comen entre sí, transformándose en verdaderos bárbaros.

"Entonces, con deliberada lentitud, rasga las hojas al azar, las retuerce, las enrosca en tirabuzón y las anuda en sus rizos dorados.

Este cuento, perteneciente a la colección Misteriosa Buenos Aires, trata sobre la extraña relación entre un profesor y un alumno, en una escuela de los principios del siglo XVII.

Felipe, en el afán de conquistarla, adquiere con un gran sacrificio económico unas elegantes prendas que harían que Beatriz finalmente se fije en él: “Beatriz no le volverá a ver con esa traza de pobre diablo”.

No; Felipe Arias de Mansilla quedará ahora aquí, en Buenos Aires, junto a Beatriz, para siempre.

Melchor Míguez, un prestigioso platero, es sentenciado por el Cabildo a cumplir un castigo tras apuñalar en la cara al amante de su mujer.

Solamente al terminar su labor la deja libre de hacer lo que quiera, pero, llegado el vigésimo día, comienza a reflexionar y se da cuenta de que le gustaría poder estar con ella, si la traición no hubiese ocurrido.

En una Buenos Aires donde gobierna la traición y la codicia, el adulterio se presenta como una posibilidad de amor real.

Sin embargo, Simón no lo toma muy en serio ya que está pensando en un viaje de negocios.

Mientras que estaba pensando en estas cosas, vislumbra en el espejo una escena: ve al alcalde mirándolo con un gesto torcido mientras dos guardias se lo llevan a la fuerza de su habitación.

Y aunque Simón nunca lo sabría, ella se escapa con el mensajero arrastrada por "su pasión desesperada”.

Se preguntan quién será y qué vínculo habrá tenido con el Virrey don Pedro.

Magdalena, sus hermanas y respectivos maridos, regresan a la gran casa vacía sin mediar palabra.

El gobernador de Paraíba le pregunta a Joaquina qué hacer con los fantasmas, si ponerlos o no en libertad.

Esa misma noche dos hombres entran a la habitación donde Silvestre guardaba sus fantasmas y hienden los sacos colgantes.

En ese mismo instante una figura viril, de una larga barba rubia, le obsequia al Niño Dios un pincel.

Después de dar su obsequio, el paño “recobra su primitiva traza”; los murmullos cesan, y Cristóbal “regresa a su amurallada soledad”.

Mientras que el sacerdote de la iglesia "fingía" sus milagros (tiraba con una cuerda de la cabeza del Cristo para que este pareciera inclinarse en determinados momentos), un niño pobre y sordomudo presencia un bello e inesperado milagro oculto para todos los demás.

Y Jesús le respondió, escrutándole con los ojos húmedos: Yo descansaré, pero tu caminarás hasta que regrese a juzgar a los mortales.” Muchas veces quisieron matarle, en Vicenza trataron de ahorcarlo por espía “pero hasta las sogas más gruesas se rompieron“, y lo dejaron ir.

En apenas el cuarto día de su estadía en Buenos Aires él siente “ese amor que enciende sus llamadas secretas y que le obligará a partir”, cuando conoce a la sobrina del pulpero en cuyo local se estaba hospedando.

¡Sería tan hermoso quedarse junto a ella, hundir la cabeza en la frescura de su regazo, y reposar!

El judío errante se echa la alforja a la espalda y se aleja.” "El hombrecito del azulejo" es un cuento maravilloso que une hechos sobrenaturales, como un hombrecito en un azulejo que tiene vida, o la mismísima Muerte, con personajes realistas e históricos, tales como Eduardo Wilde, Ignacio Pirovano y José Guadalupe Posadas.

Daniel, el niño enfermo, solía hablar con este hombrecito, al que nombró Martinito.

En el patio lunado, donde las macetas tienen la lividez de los espectros, y los hierros del aljibe se levantan como una extraña fuente inmóvil, la Muerte evoca las litografías del mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas “calaveras, ejemplos y corridos” ilustró durante la dictadura de Porfirio Díaz, pues como en ciertos dibujos macabros del mestizo está vestida como si fuera una gran señora, que por otra parte lo es."

Una semana después, Daniel busca al hombrecito del azulejo pero no lo encuentra, por lo que llora desconsoladamente en el aljibe, donde solo logra ver su propia imagen.

Mujica Lainez poetiza con la idea de que el amor puede lograr cosas maravillosas y milagrosas, como engañar a la muerte.

"Una sirena", óleo de J. W. Waterhouse.
"La psyché" de Berthe Morisot
Lienzo "La adoración de los Reyes Magos", de Paul Rubens.
"El hombrecito del azulejo", obra inspirada en el cuento homónimo.
"La Calavera Catrina" (1910), de José Guadalupe Posada.
Salón Dorado