A finales de los años 1960 tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética desarrollaron sistemas de misiles antibalísticos armados con instrumentos atómicos, que combinaban proyectiles interceptores de gran altura como el estadounidense LIM-49A Spartan y el soviético A-35 Galosh, con cohetes interceptores de etapa terminal como el estadounidense Sprint y el ruso A-135.
UU. desmantelaron su sistema, mientras que la URSS desplegó uno alrededor de Moscú.
Hoy en día se ha fijado la atención en los sistemas de misiles tierra-aire, como el de los estadounidenses MIM-104 Patriot, los cuales fueron usados con un efecto limitado en contra de los misiles convencionales iraquíes Scud, durante la Guerra del Golfo Pérsico entre 1990 y 1991.
UU. se retiraron formalmente del Tratado sobre Misiles Antibalísticos, con el fin de desarrollar una defensa frente a posibles ataques de misiles, provenientes de pequeñas potencias nucleares como Corea del Norte o de quienes considera sus enemigos como la red terrorista Al Qaeda.
Hay un número limitado de sistemas en todo el mundo que pueden interceptar misiles balísticos intercontinentales: