[6][8] No solo se aplicarían las tecnologías y diseños de propulsión eléctrica solar (SEP) a futuras misiones, sino que la nave espacial ARRM se dejaría en una órbita estable para su reutilización.
[12] Allí, podría ser analizado por la tripulación de la misión Orion EM-5 o EM-6 ARCM en 2026.
Las pinzas de los brazos se clavarían en la roca y generarían un agarre fuerte.
Apenas la roca sea asegurada, las patas inferiores empujarían y darían un ascenso inicial sin encendido de propulsores.
La electricidad sería obtenida con paneles solares de alta eficiencia -estilo UltraFlex- (50 kW).
[18] El uso del efecto Hall proporciona una baja aceleración, pero puede disparar continuamente durante muchos años para empujar gran cantidad de masa a una alta velocidad.
[20] Sin embargo, la propulsión solar-eléctrica existente calificada para vuelo se encuentra en niveles de 1-5 kW.
Se planeó originalmente para 2017, siendo desplazado luego para 2020 y posteriormente, para diciembre de 2021.
[5] El vehículo de lanzamiento podría haber sido un cohete Delta IV Heavy, el SLS o el Falcon Heavy,[21] pudiendo haber llegado a la órbita lunar a finales de 2025.
La roca carbonosa que habría sido capturada por la misión (diámetro máximo de 6 m, 20 t)[23] es demasiado pequeña para dañar la Tierra porque se quemaría en la atmósfera.
Redirigir la masa del asteroide a una órbita retrógrada distante alrededor de la Luna aseguraría que no pudiera golpear la Tierra y también dejaría en una órbita estable para estudios futuros.
Los contratos fueron ganados por Lockheed Martin Space Systems, Littleton, Colorado; Boeing Phantom Works, Huntington Beach, California; ATK orbital, Dulles, Virginia; y Space Systems/Loral, Palo Alto, California.