Miguel González Ibarra

Cursó ahí toda su carrera sacerdotal, llegando a ser uno de los alumnos más distinguidos por su talento y sólida piedad.

Destinado a Tepatitlán como vicario cooperador, donde desplegó todo su ardor juvenil y celo sacerdotal bajo la dirección del párroco J. Jesús Reinoso, tuvo la suerte de encontrar aquí a un buen amigo y ejemplar sacerdote que fue su guía espiritual: el padre Agustín Ramírez.

En tal acto predicó el obispo de Querétaro, doctor Alfonso Toriz.

Por petición de él, sus restos mortales descansan en Ciudad Obregón, Sonora.

Francisco Méndez García "Reconstruyendo la historia de una institución educativa", Autlán, 1996.