Fue nieto del filólogo Benito Coll.
Siguiendo los consejos de Mauro Mejíaz, se trasladó posteriormente a Caracas, donde formó parte de un grupo de artistas e intelectuales innovadores y concienciados socialmente, empeñados en incorporar al arte venezolano las corrientes vanguardistas.
[1] Aunque también intervino en algunas producciones como actor, pronto destacó por las bandas sonoras que compuso para distintos montajes teatrales y películas, colaborando con directores como Clemente de la Cerda, Jesús Enrique Guédez, Mauricio Walerstein o Román Chalbaud, máximos exponentes del Nuevo Cine Venezolano.
[2] En su dilatada carrera llegó a componer medio centenar de bandas sonoras, tanto para obras de ficción como documentales, además de otras composiciones destinadas al mundo publicitario y a la televisión.
Ocupó cargos directivos en diversas empresas de comunicación y ya en los últimos años de su vida se dedicó a su otra gran pasión, la pintura.