Por eso Ernst Bloch llamó a Michael Kohlhaas el “Don Quijote de la rigurosa moral burguesa”.
Visto desde aquí, se puede decir que en el Kohlhaas de Kleist las ideas jurídicas medievales y las primeras absolutistas están en conflicto entre sí."
Sin embargo, en el camino, a instancias del junker Günther von Zaschwitz (también: Zaschnitz), le confiscaron dos de sus caballos porque los había robado.
Por esta razón, Kohlhase declaró la las faidas en 1534 y, según se informa, quemó casas en Wittenberg.
Decepcionado por no recibir justicia por medios legales, Kohlhaas inicia una campaña de venganza contra Wenzel von Tronka.
Como resultado, se produce una conversación con Martín Lutero, quien anteriormente había condenado públicamente a Kohlhaas.
Su líder es Johann Nagelschmidt, que se hace pasar por gobernador y confidente de Kohlhaas.
Sólo el despido del grupo debido a una amnistía salvó la vida de Nagelschmidt.
Sin embargo, poco después Kohlhaas se da cuenta de que está bajo arresto domiciliario.
Quiere liberarlo de Dresde y le ofrece el mando del grupo, que ahora se encuentra con problemas militares.
Kohlhaas acepta esta oferta, pero sólo para poder escapar de Dresde y embarcarse “hacia Levante o las Indias Orientales”.
[4] Las transgresiones jurídicas de Kohlhaas también pueden justificarse por la filosofía de Locke, que escribe en Los derechos naturales del hombre: "Todos tienen, pues, derecho a castigar a quienes transgreden la ley en la medida necesaria para impedir una nueva violación".
Por otra parte, las acciones de Kohlhaas no guardan relación alguna con la injusticia cometida contra él.
En este proyecto, sin embargo, se vuelve completamente excesivo y su acto personal de venganza contra el junker se expande hasta convertirse en una sangrienta campaña contra todo y todos.
Franz Kafka mencionó la novela en una carta [5] a Felice Bauer : “No te escribí anoche porque ya era demasiado tarde sobre Michael Kohlhaas (¿lo conoces?
Esta es una historia que leí con verdadero temor de Dios, un asombro tras otro, si no fuera por el final más débil, a veces escrito de manera tosca, sería algo perfecto, eso perfecto que me gusta reivindicar no.