Todo lenguaje tiene un objeto al que se dirige o refiere.
[1] Según Tarski, ningún lenguaje puede contener su propio predicado de verdad y permanecer consistente.
A su vez p, q, r, y s, puede simbolizar cualquier proposición del lenguaje ordinario.
Cuando a estas variables les damos un contenido semántico, construimos un modelo sobre la base de un cálculo lógico-matemático.
Cuando en un cálculo C, se establece una "correspondencia" de cada símbolo con elementos determinados individuales distinguibles entre sí, de un Universo L, real (tal universo L no es un conjunto vacío, por las mismas condiciones que hemos establecido) ENTONCES se dice que L es un MODELO de C. La construcción de modelos es un instrumento fundamental en la investigación científica.
Pero las verdades obtenidas sobre el modelo no tienen por qué siempre responder a la realidad.
Frecuentemente se confunden las verdades obtenidas según el modelo con la verdad de la realidad.
Pero las verdades obtenidas del modelo tienen como "referente objeto" el lenguaje formal utilizado, (generalmente representando una formalización respecto a una teoría) y por tanto dichas verdades son un metalenguaje que habla sobre la teoría (consecuencias de ella) no de la realidad.
[4] No tener en cuenta este detalle lleva a veces a afirmar como verdades reales lo que únicamente son verdades obtenidas «según modelo»; lo que muchos medios, y no siempre desinteresadamente o por error, las divulgan como si fueran ya verdades científicas consolidadas.