Mesura

Jamás le guerrea: "Con Alfons mi señor non querría lidiar".

Ya en la Crónica Najerense, el joven Rodrigo opone su mesura a las fanfarronadas del rey Sancho; esto perdura en el Cantar del rey don Sancho en el siglo siguiente y en el Cantar de las mocedades de Rodrigo primitivo el personaje se conduce con mesura y prudencia, y sólo en la refundición del siglo XIV y en algunos romances inspirados en ella surgirá la figura (más acorde con los gustos de esa época turbulenta) de un Rodrigo arrogante y rebelde, prototipo del vasallo díscolo de otros cantares de gesta sobre todo franceses.

En vez de maldecir contra sus enemigos, exclama al principio del destierro: Esto es, el Campeador agradece a Dios las pruebas a las que se ve sometido.

Y así, cuando observa un mal agüero en su viaje hacia el exilio, no se desalienta, sino que exclama “¡Albricias, Álvar Fáñez, pues nos echan de la tierra!” La buena noticia es la misma del destierro, pues abre una nueva etapa de la que el Cid sabrá sacar partido, como después se verá de sobras confirmado.

Todavía a comienzos del siglo XV se consideraba a la mesura una virtud caballeresca castellana: Ruy Páez de Ribera compuso al respecto un Proceso que ovieron la soberbia e la mesura que se encuentra recogido en el Cancionero de Baena.