Este taxón fue reconocido formalmente como una entidad independiente, con nivel de especie plena, en el año 2021 por los zoólogos Tomás Martínez Aguirre, Judit Elisabet Dopazo, Agustina Cortelezzi, María Luz Arellano, Clara Trofino Falasco, María Verónica Simoy e Igor Berkunsky.
[3] Etimológicamente, el término genérico Melanophryniscus se construye con palabras en el idioma griego, en donde: Melano significa ‘negro’ y Phryniscus viene del término Φρύνιχος (Phrúnikhos), utilizado para identificar un género de sapos, nombre que ha pasado a la sinonimia de Rhinella.
[7][8] En los mismos sistemas orográficos de las sierras Pampeanas puntano-cordobesas, pero en pastizales de altura y hábitat rupícolas próximos a charcas en mesetas y sierras siempre por sobre los 1700 m s. n. m., habita otra especie del mismo género: Melanophryniscus estebani.
[9] En 1843 Thomas Bell la señala para Bahía Blanca como Phryniscus nigricans Wiegmann,[10] un nombre de asignación incierta, ya que sobre la base de su descripción y dibujos se comprueba que unificó bajo un mismo epíteto 2 taxones distintos.
Este anfibio se reproduce en pozas entre piedras asociadas a arroyos temporarios, que corren por suaves laderas o en gargantas y cañadones próximos a la base de los cerros.
Estos poseen desarrollos embrionario y larval veloces, lo que es una adaptación a biotopos acuáticos efímeros.
Para mayo todos los ejemplares ya se encuentran hibernando bajo piedras apoyadas en tierra.
[1] Su atractivo patrón cromático lo hace ser una especie buscada para abastecer el comercio de anfibios vivos para terrarios.
[2][20] Sin embargo, la mayor amenaza actual es el aplastamiento por vehículos al intentar cruzar las rutas serranas.