Arboleya es invitado por la empresa a dar un ciclo de conferencias a los obreros, pero solo pudo dar la primera porque la empresa decidió que no continuara ya que en esa primera charla había defendido el sindicalismo "puro" exclusivamente obrero sin interferencias de los patronos.
[5] En 1912 la empresa Hullera Española le vuelve a llamar, esta vez para que organice una asociación obrera cristiana en la misma.
[4] En 1913 funda en Oviedo la "Casa del Pueblo Católica", como él mismo la denominó, en la que tienen su sede los "Sindicatos Independientes", llamados así porque pretendían mantenerse independientes tanto de los empresarios como de las organizaciones socialistas.
Estos sindicatos fueron atacados tanto por los socialistas como por los patronos, especialmente por los que se proclamaban católicos.
Al no encontrar apoyo en la jerarquía eclesiástica, Arboleya se ve obligado a abandonar el proyecto.
Bajo su orientación la Asociación se recuperó y al año siguiente, en un enfrentamiento con los socialistas, logró paralizar la empresa.
[7] En 1919 participa junto con Severino Aznar en la fundación en Madrid del Grupo de la Democracia Cristiana.
(...) Tras la Proclamación de la Segunda República Española en 1931 vuelve a la dirección del diario El Carbayón, pero pronto fue denunciado ante la jerarquía eclesiástica y fue sustituido por otro director que conectara mejor con el conservadurismo de la derecha asturiana.
En 1933, por ejemplo, recorrió la cuenca de Turón donde fue muy bien recibido por los mineros socialistas, según su propio testimonio.
Miembro y seguidor de la doctrina social de la iglesia que tenía su máximo exponente en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII funda diversos periódicos como El Zurriago Social o Justicia Social y colabora con el El Carbayón enfrentándose a diferentes personalidades de la época por sus ideas tales como Manuel Vigil Montoto.
Estas ideas chocaron con la mentalidad integrista que intentó desprestigiarlo tildándolo de "socialista y demagogo", según su propio testimonio.
La hostilidad del sector más conservador del catolicismo asturiano y español hacia el activismo social de Arboleya se debió a que éste defendía un sindicalismo católico "puro", sin ninguna intervención patronal, para poder competir de verdad con el sindicalismo socialista o anarquista.
[21] En una carta a su amigo Severino Aznar le describe cómo encontró la Catedral de Oviedo a cuya conservación había dedicado muchos esfuerzos como deán de la misma, centrándose en lo sucedido con la Cámara Santa:[22]
[24] La Iglesia no rectificó su política social y siguió insistiendo en la vía del sindicato católico vinculado a los patronos.