[2] Los asesinados serían tres soldados de la etnia awajún que pertenecían al ejército peruano.
[1] Según investigaciones Cabrera ordenó a otros dos cabos, de nombre Eleldo Majiano y Gilmer Quinin que incinerarán la ropa y cosas de los difuntos y enterraran los cuerpos, así mismo expresó que comunicaría que los fusilados serían catalogados como desertores para explicar su desaparición.
Cabrera trató de justificar su crimen al decir que confundió a los soldados con ladrones por la oscuridad de la selva,[1] aunque luego reconoció que disparó a los cabos como venganza por haberse robado sus raciones de arroz que le correspondían a él.
[2] Los cuerpos de los fusilados fueron exhumados para ser trasladados a sus comunidades amerindias correspondientes.
El ejército del Perú también comunicó que daría una indemnización a los familiares de los difuntos.