[9] Los detenidos fueron subidos a un camión que se trasladó hasta Palomitas, un paraje despoblado sobre la ruta 34, a unos 50 km hacia el sur de la ciudad de Salta.
Los cuerpos fueron dinamitados y se eliminó toda la documentación en la cercana unidad policial.
Aunque el término masacre es impreciso en sus alcances, suele aplicarse a situaciones en las que existe una gran desigualdad de poder entre víctimas y victimarios, y los asesinatos se presentan como crueles, alevosos e innecesarios.
Pablo Eliseo Outes sería el último que ingresaría a Villa Las Rosas tras un corto exilio en Venezuela.
Los cuerpos de Georgina Droz y Evangelina Botta nunca fueron recuperados.
En el caso de los primeros, éstos fueron exhumados legalmente y se comprobó el terror petrificado en sus cuerpos al encontrar balas del ejército, lo que confirma la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en los crímenes.
[38] Existe además monolito que recuerda la masacre, el cual está ubicado en el paraje Palomitas, sobre la ruta nacional 34, a 65 kilómetros de Salta capital.